Una de las opciones de revestimiento más especiales y con más carácter son los mosaicos. Su acabado irregular y sus múltiples opciones de combinación crean espacios interesantes llenos de matices, reflejos y singulares variaciones.
Textura y movimiento en distintos materiales
Los mosaicos de materiales naturales aportan textura a las paredes y contribuyen a generar una agradable sensación de movimiento. Están realizados a partir de una gran variedad de materiales seleccionados de entre las mejores y más bellas materias primas.
Producidos en infinidad de colores y en materiales muy distintos como la madera, la piedra, la cerámica, el cristal o el metal, sus cientos de teselas pueden encontrarse en formatos diferentes: cuadrado, hexagonal, rectangular o incluso con formas de punta de flecha o de diamante.
Existen también mosaicos que combinan materiales, series que acoplan superficies cepilladas, alturas distintas y piezas que aúnan teselas de acabado mate con brillo, multiplicando los recursos decorativos y dando lugar a interiores muy diferenciados. Se utilizan habitualmente para revestir espacios de baño por su frescura y dinamismo y, más concretamente, para vestir aquellas paredes que albergan el espacio de ducha, donde la riqueza del mosaico recuerda a las tradicionales termas greco-romanas.
Cada material con el que se fabrican los mosaicos puede aportar matices diferentes a la decoración. Los mosaicos de madera natural destacan por su volumen tridimensional mientras que los de cristal lo hacen por el brillo que desprenden. Los mosaicos de piedra resaltan la sobriedad y la modernidad de los espacios y los metálicos generan destellos de luz que contribuyen a crear espacios de aspecto teatral.
Todos ellos superan la barrera de diseños lineales y establecen una interesante combinación de luces, sombras y relieve.